domingo, 14 de septiembre de 2008

París, mon... ¿Ratzinger?

Esta semana he andado más que en años enteros. Nos hemos pateado París de lado a lado y hemos tenido que soportar (aparte de los problemas habituales de una capital) un rayo en el avión de ida, amenaza de lluvia todos los días (aunque no se cumplió), una visita papal (si Benedito va, se cierran los monumentos por los que pretenda pasar dos días y ya está) y una huelga y problemas mecánicos por valor de casi tres horas en el vuelo de vuelta.

París en sí, muy bonito, más o menos como lo recordaba de hace casi veinte años. Enorme y lleno de gente. Con una población cada vez más morena (se ve que con lo de la contaminación, la capa de ozono sobre la Ciudad de la Luz está más deteriorada que en otras partes del mundo). Y la cerveza carísima en casi todos los locales.

Como decía, hemos ido a la carrera durante los tres días útiles del viaje. Saint Chapelle, Notre Dame, Louvre, Cluny... y mil sitios más. Lo mejor de todo, Mar y Vicen, que nos dejaron estar en su casa, nos guiaron y nos dieron de cenar todas las veces que hizo falta.

Lo peor, la visita del papa, como decía antes. Notre Dame, cerrada al público desde el día anterior, las calles cortadas, docenas de furgones de policía llenos de antidisturbios bloqueando el paso (por si ultracatólicos con la cara pintada de blanco y amarillo, banderas vaticanas y antorchas se ponían a repartir hostias, digo yo) y varias estaciones de metro cerradas porque estaban a menos de un kilómetro de la ruta y, parece ser, a Ratzinger le da miedito el metropolitano (o eso o, como apuntó Merce, los posibles terroristas podrían utilizarlas para escapar, dado que los terroristas no saben correr).

Vamos, que, de no haber preguntado en los Inválidos que estaba pasando (¿qué es esa tribuna de madera, es que va a actuar Madonna o algo?) no habríamos podido adecuar nuestro viaje al suyo. Que ya podría ser al revés, porque, creo yo, podría haber elegido cualquier otro fin de semana del año para ir él. En fin, que se ha hecho muy popular allí...

Pues de momento, eso es todo lo que cuento del viaje. Estamos cansados y con ganas de no hacer absolutamente nada unos días (que no va a poder ser, pero bueno). En las próximas horas, editaré la entrada para añadir fotos y lo que se me vaya ocurriendo sobre el tema.

Benedito en el Sagrado Corazón, omnipresente, el hombre.

P.D.: tras un verano en el que la Junta de Castilla y León se ha estado rascando los güebos a dos manos, parece que empiezan a decidirse con el asunto de las oposiciones. De tal manera que, casi seguro, pondrán el examen el mismo sábado en el que tendría que ir a la Hispacon. No hay días en el año, no...

1 comentario:

François de Fronsac dijo...

Hola.

Eso del examen, seguro. Ya sabes, la ley de Murphy