sábado, 28 de febrero de 2009

Cómo terminar un excelente trabajo...

Merce, mi novia desde finales del siglo pasado, lleva toda la semana escribiendo un trabajo para el máster que está haciendo sobre métodos de enseñanza basados en la utilización de Internet y las nuevas tecnologías. Son casi veinte páginas a las que ha dedicado muchas horas y que, después, ha hecho que le corrigiera. Como si me apeteciera y tal.
No me voy a extender en eso, sino que quiero que leáis la nota final que ha incluido y que choca directamente con la concepción de la lengua que tiene la profesora que debe evaluarla, amiga de la @ para señalar el masculino/femenino.


NOTA FINAL:

En este trabajo se ha utilizado el género neutro. Según la Wikipedia[1]el género es una propiedad lingüística en un idioma, y no hay una necesidad lógica en su relación con el sexo biológico. Aunque en ciertas lenguas (por ejemplo las indoeuropeas) uno o varios de los géneros se usen mayoritariamente para uno de los sexos biológicos, seguramente en ninguna lengua del mundo para seres sexuados hay relación necesaria entre sexo biológico y el género de la palabra para designar al ser animado. Esto se debe, fundamentalmente, a que no hay correspondencia inmediata necesaria entre los significados de una lengua y la clase de entidades extralingüísticas”. Para el castellano “el género masculino es la forma no marcada o inclusiva: si digo los alumnos de esta clase me refiero a alumnos de sexo masculino y femenino; el género gramatical femenino es la forma marcada y por tanto resulta la exclusiva o excluyente: si digo las alumnas de esta clase no me refiero también a los de sexo masculino, sino solamente a los de sexo femenino”.

Como historiadora de la lengua, y mujer, creo que es importante separar la lingüística de la política. La lengua tiene unas reglas, que están en continua evolución, pero no se pueden imponer las que cualquiera quiera darle. Con la evolución de la grafía quizás termine por adoptarse la @ como ortografía para algunas palabras del español, pero dudo que sea regla general ya que hay palabras que no admiten esa semejanza de las letras o y a, (por ejemplo, estudiante) y otras que son neutras aunque no lo queramos admitir, como juez (que viene de la declinación del latín que originó también nuez y no por ello decimos la nueza o el nuez). No todas las lenguas poseen los mismos géneros para describir la misma realidad: por ejemplo, el alemán Die Sonne, marcado con género femenino, equivale al francés le soleil o al español el sol, en ambos marcado como masculino, pero ¿quién pondría la mano en el fuego por decir que el sol es macho o hembra?



Qué huevos, ¿eh?


jueves, 26 de febrero de 2009

Friki de Enric Hercé Escarrá

Tomás no entiende por qué los niños del colegio le han empezado a llamar friki. De hecho, ni siquiera sabe demasiado bien lo que significa la palabra de marras. Se pregunta si será por su afición a los cómics de superhéroes y a los libros de aventuras y de ciencia-ficción. O tal vez porque prefiere pasar los recreos inventando historias para Marien y Juan en lugar de jugando a fútbol.
Mientras tanto, a años luz de la Tierra, en la sede central de la Organización Estelar de Conflictos Interplanetarios se ha recibido una petición AJ-19. Ha sido formulada por los kranks, una de las civilizaciones más avanzadas de toda la galaxia. Nadie, ni los más viejos del lugar, recuerdan cuánto tiempo ha pasado desde la última vez que fue reclamado un planeta en nombre del mal uso que le estaban dando sus habitantes.

FRIKI

(A partir de 9 años)
ISBN: 978-84-96870-15-4

Autor: Enric Herce Escarrà. Ilustrador: David M Rus
Edimáter, 2009. Colección: La Osa Menor (Azul)

Encuadernación rústica con solapas
Papel ahuesado 90 gr.
Cubierta con estucado brillo con solapas
Ilustraciones en B/N
14×21 cm, 87 páginas
Precio: 10€

miércoles, 18 de febrero de 2009

Urnas de Jade: Mentiras (prólogo)

PRÓLOGO
Adaptado de Historia de Dhao para Jóvenes
(Tomo 2: Año 107 II E.O.)


Las blancas murallas de Dhao se erguían, orgullosas, proyectando su sombra sobre las cristalinas aguas del río Jiraimot. Hacía mucho tiempo que el bardo no visitaba aquella ciudad y sus recuerdos de ella se veían muy diluidos por los años, pero, a pesar del olvido, todavía quedaban extraños sentimientos que le arrastraban inexorablemente hacia ella.

—¿Quieres decir que éste es el lugar del que tanto nos has hablado? —preguntó Dariahn, su ayudante, mientras ayudaba a Genna a bajar de la carreta—. Te recuerdo que tu mujer no se encuentra en un estado que aconseje estar en los caminos.

—No, estoy bien —respondió Genna con una mueca. No faltaba ni una luna para que saliera de cuentas, pero la ilusión con la que había tomado Elendhal aquel viaje hacía que mereciese la pena, al menos para ella.

—Las calzadas abiertas pueden llevarte al desastre y las sendas sombrías a tu destino —recitó el bardo—. Deberíais saber, antes de recurrir al desprecio, que esta ciudad apenas ha cambiado a lo largo de los años. Bien es cierto que ya poco tiene que ver con la ruinosa aldea que se asentaba en este recodo del río cuando Kiramel era joven, pero siempre ha mantenido…

—¿La ausencia de alcantarillado y el hedor? —preguntó Dariahn con toda su mala intención.

—No, una nobleza a la que realmente es apropiado denominar de ese modo, Duquesita —respondió Elendhal, sabiendo que aquel apodo no le gustaba en absoluto.

Durante las últimas semanas Dariahn se había vuelto cada vez más insoportable. Aunque no se lo había comentado a Genna, el juglar sospechaba que el problema residía en que se sentía desplazada por el inminente nacimiento de su hijo… ¡Su hijo! Elendhal no cabía de gozo en sí mismo cada vez que lo pensaba… habían llegado justo a tiempo para su nacimiento, un momento más que apropiado para comunicarle a su esposa y al resto de la compañía que, como decía la vieja canción, estaban donde debían encontrarse. A partir de entonces se acabarían los caminos y ella podría volver a vivir entre cuatro paredes, como siempre había deseado.

Los otros carros llegaron tras ellos y se detuvieron junto a la calzada. Había casi una docena, aunque sólo cuatro pertenecían a la compañía de teatro. Los demás eran mercaderes que se unieron a la comitiva buscando la seguridad que ofrecía un alto número de hombres.

Jenarth de D’rion conducía el primero de ellos y, con una cómica reverencia, se despidió de los mercaderes. Era un buen actor que tan pronto podía transformarse en el malvado rey de un vasto imperio como en el bufón de la corte más absurda. Jenarth era de los mejores comediantes que, en aquellos tiempos, todavía se atrevían a seguir viajando de ciudad en ciudad.

—¿Cómo os encontráis, oh, emperador de los escenarios? —saludó a Elendhal, mientras una sonrisa le transformaba el rostro, exagerando sus numerosas arrugas como si se tratara de un árido paisaje del más allá—. Ese último tramo de la calzada tenía tantos baches que creí que mis huesos iban a quebrarse uno tras otro.

—No exageres tanto, Jenarth. Por fin hemos llegado.

—Ya era hora. Pensé que la humedad de la costa acabaría matándome. Recuérdame que no vuelva a aceptar una gira en el Límite. Me duele todo el cuerpo como si mil serpientes hubieran horadado mi carne para poner sus inmundos huevos —recitó parte del monólogo que le correspondía en El Último Rey de Jadr, una de las últimas tragedias que la compañía había representado sobre un escenario que pudiera recibir aquel nombre.

Jenarth era una buena persona, del mismo modo que también lo eran Jeb, Deliash, Esbodan y Billie. Podrían arreglárselas solos sin problemas, no tenía porqué preocuparse. Todos ellos podrían sobrevivir sin él… además, tenía pensado dejarles los libretos de unas cuantas obras aún no estrenadas.

Sacaron sus mejores ropajes de los baúles que transportaban en las carretas y los dejaron airearse sobre la mullida hierba. El día había amanecido soleado y no existía ninguna razón para pensar que iba a cambiar. Dariahn, todavía algo molesta, se había apartado un poco de ellos y, sentada sobre una gran roca con los pies en las frías aguas del Jiraimot, les lanzaba miradas furibundas.

—¡Deja de perder el tiempo y ve a ayudar a Jeb y a Esbodan! —gritó Genna. Trataba de peinarse para estar presentable, pero sus revueltos cabellos rubios se mantenían impasibles a los virulentos ataques del cepillo. Genna envidiaba la dorada melena de Dariahn, pues parecía que no necesitara hacer nada para mantenerla perfectamente lisa y peinada. Era como una de esas princesitas de los cuentos que contaba su marido a los niños de las aldeas… pero sin necesidad de peinarse tantas veces, claro está. Una razón más para aquel apodo: Duquesita.

Dariahn siguió durante un buen rato jugueteando con los pies en el agua. No sabía por qué, pero aquella sensación le encantaba.

Cuando estaba a punto de hacer caso a Genna, un coche de caballos pasó por el camino en dirección a Dhao levantando una inmensa nube de polvo. Era uno de esos coches pesados y lujosos que necesitaban de al menos diez caballos para moverse a una velocidad razonable. Aquél debía de tener una docena. Dariahn no tuvo tiempo de contarlos. En sus puertas estaba grabado el escudo del noble local.

—¡Estúpido, debería tener más cuidado! —gruñó la joven.

—Esa no es forma de hablar para una dama —le regañó Genna—. Pongamos a salvo los vestidos antes de que el polvo se asiente. No me gustaría tener que lavarlos otra vez. —Aunque no era mucho mayor que ella, desde que podía recordar se había comportado como si fuera su madre.

—Era el carruaje de Lord Qüitain —dijo el juglar, tras unos minutos meditando—. Me pregunto qué estaría haciendo por aquí.

—Ni lo sé, ni me interesa —protestó de nuevo Dariahn mientras metía los vestidos, ya irremediablemente sucios, en el carro—. Seguro que se trata de un viejo que habrá estado cazando o vuelve de visitar a alguna amiguita —murmuró.

—Dudo que pueda tratarse de cualquiera de las dos cosas. —Elendhal parecía interesado—. En estos tiempos, pocos son los nobles que se atreven a salir de las plazas fuertes. Mucho menos en esta zona y en un carruaje que los identifique con tanta facilidad. Estamos a menos de dos semanas del Yermo y a pocos días de las líneas de Demosian. Además, Lord Qüintain no es ningún viejo, no más viejo que yo, al menos.

—Yo conocí a su padre —intervino Jenarth—. Era un tipo apuesto y orgulloso. Creo recordar que representamos ante él La Fábula del Puercoespín. Después, nos invitó a comer y todo.

—¡A buen sitio nos has venido a traer!

—Mejor que muchos otros. Dhao es bastante más segura que la mayoría de las ciudades de Drashur. Creo que ya comenté antes que la nobleza de sus gobernantes es legendaria.

Como pudieron, limpiaron la ropa y empacaron para continuar su camino hacia la ciudad. Difícilmente podían imaginar lo que el destino les tenía preparado allí, pues, de este modo tan sencillo, llegó una de las más nobles gobernantes de Dhao.

Pocos rastros de sus humildes orígenes han permanecido hasta nuestros días, excepto su nombre, repetido a través de múltiples generaciones, y la persistencia hasta la actualidad del apellido Elendhal entre los nuestros.

lunes, 16 de febrero de 2009

¡Feliz Big Culo Day!

viernes, 13 de febrero de 2009

Lynyrd Skynyrd: Simple Man



Mama told me when I was young
Come sit beside me, my only son
And listen closely to what I say.
And if you do this
It'll help you some sunny day.
Oh, take your time... Don't live too fast,
Troubles will come and they will pass.
Go find a woman, oh baby, you'll find love,
And don't forget son,
There is someone up above.

(Chorus)
And be a simple kind of man.
Be something you love and understand.
Baby be a simple, kind of man.
Oh, won't you do this for me son,
If you can?

Forget your lust for the rich man's gold
All that you need, is in your soul,
And you can do this, oh baby, if you try.
All that I want for you my son,
Is to be satisfied.

(Chorus)

Boy, don't you worry... you'll find yourself.
Follow your heart, lord, and nothing else.
And you can do this, oh baby, if you try.
All that I want for you my son,
Is to be satisfied.

(Chorus)

Simple Man
Gary Rossington - Ronnie VanZant

La noticia de la semana


Shhh, calladitos, no vulneréis los derechos del autor americano.
Y esta se la dedico a Juanma, que, tal vez, me esté leyendo y
fue quien me puso tras tan curiosa noticia.

jueves, 12 de febrero de 2009

Urnas de Jade: Mentiras

Y antes de las Mentiras, recordemos lo sucedido hasta ahora (atención, contiene SPOILERS):


URNAS DE JADE: LEYENDAS


L
a luz del sol hacía mucho que se había ocultado y de ella sólo quedaba un resplandor dorado que parecía negarse a abandonar el aire por completo. En el cielo, las nubes, aborregadas, gruesas y cargadas de lluvia, se deslizaban tapando las estrellas. El viento soplaba frío, del norte, haciendo que las sombras que se agrupaban en torno a la hoguera se uniesen entre sí, acercándose para protegerse unas a otras. Un lobo aullaba a lo lejos, llenando de desazón los espíritus de los allí reunidos. Al menos no llovía, aunque había humedad en el ambiente. Olor a tormenta.

Una de las figuras, más flaca que las otras, se inclinó hacia delante, lanzando una rama entre las llamas. La rama chisporroteó y ardió, haciendo que el fuego aumentara durante unos instantes para, después, volver a su tamaño anterior, medio oculto entre las rocas que lo circundaban. Cuando tanto la sombra como las lenguas doradas regresaron a la calma, el rostro arrugado del que había alimentado el fuego se torció en una sonrisa. Igual que si supiera lo que iba a suceder a continuación.

—¿Podríamos oír otra de esas historias? —preguntó una voz, femenina y joven a su derecha.

—¿De cuáles, amiga mía?

—De las de los tiempos antiguos. De antes de la guerra.

—¿Antiguos? —respondió el anciano, con otra pregunta, dejando escapar entre las palabras parte de su mal humor—. No lo son tanto. Mi mocedad no está aún tan lejana. No como para que la haya olvidado o pueda considerarse que transcurrió en tiempos… antiguos.

—A esos se refería —dijo una tercera voz muy cerca de la otra. Era juvenil también, aunque de varón—. A los que hubo antes de las batallas y las luchas. A cuando usted era joven.

Hubo un largo silencio que el anciano utilizó para ordenar sus pensamientos y darles forma. Sí, él había vivido antes de la guerra a la que se enfrentaban, pero antes de aquella hubo otras guerras. Aunque no iba a hablarles de ellas tampoco, al menos por el momento. Pero sí de su mocedad, de cuando él era como ellos o, si acaso, sólo un poco mayor. De eso les hablaría para que comprendieran lo que pocos sabían. Pero no lo haría como si se tratase de una lección. Había aprendido que hacerlo de aquel modo era la forma más fácil de perder a su auditorio.

—Debéis saber que lo que os contaré sucedió en los primeros años de la llamada Era de las Estrellas —comenzó, tras aclararse la voz con un trago de la bota que tenía a su lado, sobre el suelo—. Tras muchos meses alejados de la civilización y tras librarse de las garras de los demianos, un grupo de aventureros formado por Qüestor Elendhal, Falstaff Vladsörd, Cadhstorn y los hermanos gemelos Jiriom apareció en Fyelan con la intención de dirigir sus pasos hacia el sur, hacia Puerto Agreste. Allí, quien era su fiador les aguardaba en la alta torre que correspondía a lo que representaba. Pues él era el Anciano, el mago vivo más poderoso de Drashur. Un hombre que sabía que el final estaba cerca. Para él mismo y pudiera ser que para todos.

—Creí que nos hablaría de su juventud, no de las leyendas del pasado remoto —le interrumpió la muchacha, con cierto desdén. Cuando las llamas le iluminaron el cabello, éste refulgió rubio, a pesar de la suciedad y las ramitas que llevaba adherido a él.

—Ni leyendas ni pasado remoto —gruñó el viejo, tras rascarse la cabeza por debajo de la capucha que se la cubría—. Todo lo que digo es tan cierto como que quienes nos persiguen están demasiado cerca para mi gusto, que hoy no hemos cenado y que es probable que mañana también pasemos hambre.

»Como decía, en la ciudad norteña se unieron a ellos Delinard Santhor, un joven que se había visto inmerso en un golpe de estado dentro del Gremio de Ladrones, y Sayrene, una mujer por la que Falstaff sentía atracción desde el primer instante en que la conoció —continuó el viejo, retomando su historia—. Pero, antes de poder marcharse hacia la ciudad agrestense, se vieron obligados a enfrentarse con la súbita presencia de Aliento del Desierto, un dragón atrapado por un poderoso hechizo, en una batalla que nos llevaría toda la noche narrar y que no viene al caso.

»Aún así, el destino les era todavía más adverso de lo que pensaban. En su ruta hacia el sur, perdieron a la dama Sayrene a manos de Codan-Gulath, un poderoso no-muerto que era por aquel entonces el centro de las leyendas del Mar de Inath. Una criatura de maldad y oscuridad, incapaz de morir en su elemento y tan poderosa como un ejército —añadió, con un tono tenebroso y opaco, que trataba de ocultar el dolor que le producían aquellas palabras—. De ese modo, tras arrebatarles a la dama, les exigió como rescate que le entregasen el contenido del altar del Dios del Fuego, Craj-Aid-Dal, que se encontraba en Kiramel, la Ciudad Muerta.

—Dioses, no-muertos y ciudades perdidas. ¿¡Y espera que nos creamos lo que cuenta como cierto!? —dijo otro de los integrantes de la compañía, con un tono burlón, desde justo enfrente del
anciano narrador.

Era unos años mayor que los otros, aunque no demasiado, fuerte y ancho de hombros. Sobre sus rodillas reposaba un hacha de mango curvo, en el interior de una funda de cuero adornada con figuras de bronce.

Cuando calló hubo más silencio y, entre la espesura de las colinas cercanas, los lobos retomaron sus aullidos, recordando a los presentes que ellos volvían a ser los dueños de aquellos bosques durante las horas de la noche. La muchacha que había pedido que les entretuviese con sus historias se estremeció antes de acercarse al joven que había a su lado. Las llamas parecieron de pronto menores, incapaces de mantener apartados los peligros que les rodeaban. La luna, el rostro de Haidier, apareció entonces en el cielo nocturno, iluminándoles con su pálida luz y devolviéndoles cierto sosiego.

—Conozco buena parte de esa leyenda, anciano —susurró el que se había burlado, palmeando sus piernas y apretando el mango del hacha con uno de sus puños—. Mi padre me la contó de niño.

—Entonces sabrá que, tras informar de lo sucedido a Taith, el Anciano, y con las noticias de que el rey de Gorimer, pariente de los gemelos, se encontraba en lo que podía ser su lecho de muerte, se vieron obligados a dividir sus fuerzas. Así, Delinard junto con los gemelos Jiriom marcharon hacia Goranna, mientras que el resto de sus compañeros lo hicieron hacia Dhao, señorío del que era originario Qüestor Elendhal y donde pretendía pedir consejo antes de marchar hacia Kiramel.

—Lo sé, como también sé que Grobein no falleció entonces y que sus destinos volvieron a unirse más tarde. —Sonrió, adelantándose a su vez para alimentar la hoguera. Era moreno, de piel oscura y mirada penetrante, todavía más que la de las gentes de los desiertos del sur—. Lo hicieron en Nedai y durante el ataque de los demianos a aquel ducado.

—Sí, pero con la urna de jade que encontraron en la Ciudad Muerta en sus manos. A pesar de todas las adversidades, todavía estaban dispuestos a llevarla hasta la isla de Tidar, donde Codan-Gulath les había indicado que les devolvería a Sayrene. Sin embargo, tenían muchas dudas, pues no conocían todo sobre el origen del artefacto ni estaban seguros de qué fines pretendía llevar a cabo con él el Maldito, ya que habían averiguado que sus actos estaban relacionados con los de uno de sus antiguos enemigos: Ledan de Gülfstend, uno de los Condes de la Gran Sodai.

—Dicen que Codan-Gulath murió al enfrentarse con ellos —añadió el hombre moreno, encogiéndose de hombros—. Que el muchacho, Delinard, le mató. Pero, como todo lo demás, es únicamente un cuento para niños.

—No lo es. Él acabó con su vida en una playa cercana a Portobello, eso puedo asegurártelo —suspiró el anciano—. Tras una dura lucha, también es verdad. Y con grandes pérdidas, ya que la dama por la que suspiraba Falstaff Vladsörd formaba parte de las argucias de su enemigo, de Gülfstend.

—¿Y después? —preguntó la muchacha.

—Después pasaron muchas más cosas. Entre ellas una guerra de la que nadie quiere hablar. Y lo que pudo ser el fin del mundo…

El anciano detuvo sus palabras y alzó la cabeza. Los lobos habían dejado de aullar en la distancia y el silencio de la noche sólo quedaba roto por los crujidos de las ramas al ser azotadas por el viento.

La falsa calma que precede a la lucha.

—Debemos marcharnos —dijo el viejo, con un gruñido bajo la capucha de su capa—. Están en las colinas y avanzan hacia nosotros. La noche va a ser muy larga.

miércoles, 11 de febrero de 2009

978-84-96013-69-8

Por fin sé el número de ISBN de Urnas de Jade: Mentiras.
Es, ni más ni menos, el 978-84-96013-69-8.
Pues que bien, diréis, (y alguno añadirá, anda, con un 69 y todo) pero como que nos la trae al fresco. Y yo diré, pero es que voy a escribir más cosas. Y, entonces, diréis que os da lo mismo...

Dejando atrás ese bucle interminable, quisiera anunciar que, a pesar de que el número en sí sólo me pueda importar a mí, el conocerlo supone que a partir de este mismo momento (y a lo largo de las próximas semanas) me dispongo a colgar varios avances de la nueva novela.

Y el que avisa no es traidor.

jueves, 5 de febrero de 2009

Libros Abiertos en Vegamediapress

Libros Abiertos es la nueva sección creada en Vegamediapress dentro del área de cultura coordinada por Francisco Javier Illán Vivas, quien tuve el placer de que prologara la primera parte de Urnas de Jade hace un par de años.

En ella se pretende avanzar los libros que posteriormente se irán reseñando en Acantilados de Papel y cuyos autores es muy probable que sean entrevistados en Hablando de Libros.

Una buena oportunidad de adelantarse e ir viendo novedades interesantes.

Excálibur Fantástica en AJEC

Corto y pego el comunicado completo:

La editorial Ajec tiene el placer de anunciar el nacimiento de su nueva colección Excálibur Fantástica, destinada en exclusiva a la Fantasía Épica.

En Excálibur Fantástica aparecerán aquellas obras de Fantasía Épica que aúnan imaginación, calidad literaria y sobre todo entretenimiento para ofrecer a los lectores la mejor colección de narrativa de este género de autores tanto nacionales como extranjeros.

El primer número de la colección aparecerá el próximo mes de abril.

Podemos adelantaros ya los cinco primeros títulos que conforman esta colección.

1. Urnas de Jade II: Mentiras. David Prieto. (Segunda parte de la Trilogía Urnas de Jade)
Codan Gulath ha muerto y Qüestor Elendhal, Delinard Santhor y sus compañeros de aventuras regresan a Puerto Agreste una vez más. Pero no lo hacen sintiéndose felices por tan buena noticia. Las sospechas que arrastran con ellos les hacen temer que peligros aún mayores que aquéllos con los que se han enfrentado les aguardan.
En la ciudad agrestense, en lo alto de su torre, Taith, el Anciano, aguarda impaciente su llegada. Profecías reveladas largo tiempo antes deben cumplirse por poco que le gusten y hay secretos que no pueden permanecer durante más tiempo en las sombras.
Porque sus enemigos están disponiendo el retorno de un antiguo mal y las Urnas de Jade son el centro de todas y cada una de sus mentiras.
Mentiras es la segunda parte de Urnas de Jade, un ambicioso proyecto que el autor lleva gestándo a lo largo de nueve años.


2. El Rey de Eiselorn. Libro I: Elwendur. Max Kahl. (Primera Parte de la Bilogía El Rey de Eiselorn)
Tras las invasiones de los bárbaros pueblos del Este, una época de oscuridad y desidia se cierne durante más de 50 años en el continente de Imnavel. Tan sólo unos pocos reinos, mermados por décadas de lucha, resisten a la invasión y mantener a sus pueblos a salvo.
Pero el último Rey de los invasores, Dighlon, conquista al fin de las Montañas Elevadas, último bastión de defensa de los habitantes de Imnavel. En la conquista de las Montañas, los Seis Déspotas del Éste capturan a Gahlandir el Sempiterno, el semidiós Valedor.
Este último acto hace que los supervivientes de Imnavel se agrupen para repeler la invasión o perecer para siempre. Nuevos ejércitos se levantan. Nuevas armas son blandidas. Nuevos aceros son forjados. Bosques y lagos mueren. Incluso los antiguos Dioses oyen nuevamente el rumor de la guerra, el viejo rumor que no se oía desde la Primera Edad.

3. La Estrella Oscura: Crónicas de Nerdhos. Leonado Ropero. Finalista del Premio Minotauro. (Novela autoconclusiva)
En la península de Nerdhos, cuatro reinos mantienen un delicado equilibrio de poder: Albhanta, último vestigio de un otrora glorioso imperio; Edarian, una joven y prometedora potencia; Detra, que ansía adueñarse de los reinos vecinos, y las enigmáticas Encomiendas de los Caballeros de Nerdhos, guerreros cuya única razón de existir es el combate.
Pero una oscura amenaza surge desde el mar.
Una antigua tradición profetiza la destrucción de Nerdhos. La guerra será terrible, y en esta ocasión no se luchará por el poder, sino por la supervivencia


4. Los Tiempos del Oráculo. Ramón Ramos. (Novela autoconclusiva).
La Ciudad del Oráculo ha sido atacada, devastada, por un poderoso hechicero y su ejército. El objetivo: desvelar los secretos del Oráculo, un peculiar edificio inexpugnable que, durante siglos, se había mantenido ajeno a guerras e invasiones, y en el que los sacerdotes que lo habitan habían ofrecido consejo sabio a la población, desde tiempos remotos.
Tilo y Belcho son dos habitantes de la ciudad que han perdido sus casas y sus familias en el ataque. Esa pérdida les obligará a poner un nuevo rumbo en sus vidas, y llevará a cada uno de ellos en un viaje a inesperados lugares y... épocas, con el inmenso poder del Oráculo como telón de fondo. Entre peligros y aventuras, los peores enemigos con quienes se encontrarán, serán ellos mismos.


5. Razbaal. Oscar Bribián. (Novela autoconclusiva).
Arasca, el Mundo Oculto, está a punto de experimentar una época turbulenta. Martín es designado como mensajero en una trama que se cierne sobre el rey de Pulse. Pero los acontecimientos se desencadenan, erigiéndolo como protector de las misteriosas Piedras Alma, y obligándolo a alistarse en pleno invierno en el mayor ejército jamás visto, en una cruzada proclamada contra los invasores procedentes de oriente. Junto con un anciano sabio, la nieta de éste y un controvertido mercenario, Martín se adentrará en el mismo infierno, con la intención de liberar al mundo del último gran demonio.

miércoles, 4 de febrero de 2009

Sevilla Escribe inaugura tira

Sevilla Escribe inaugura tira y como está en su blog, yo no voy a ponerla entera aquí.
Pinchad en el dibujo/recortable de abajo y ya'stá.
Si es que os lo dejo a huevo...

martes, 3 de febrero de 2009

¡En todo lo alto!

lunes, 2 de febrero de 2009

OcioZero

Tras el anuncio de cierre inmediato de Ociojoven por parte de Planeta, Juan Ángel Laguna Edroso (más conocido por muchos como Akhul) ha abierto un nuevo portal en el que tienen cabida los cómics, el cine, los videojuegos y, como no, la literatura de género. El proyecto, pues eso es todavía, avanza ya con paso seguro.
Ante ustedes (Tino, redoble):