Quedan poco más de 24 horas para la firma de libros y ¡no tengo libros!
Llevo esperándolos desde ayer que tenían que haber llegado a casa, en su cajica y tal, y parece que no hay manera. Número 2-6, no 26. Mañana firmaré servilletas de papel, lo estoy viendo.
No, parece que llaman a la puerta... esperad un momento.
Nada. Propaganda. Aunque les hayamos dicho mil veces que para eso está la cesta que hay junto a la puerta del portal, no hay manera.
Bien, lo que decía. Menos de 24 horas y sin copias de Urnas de Jade: Mentiras. Tampoco de Leyendas. En casa tengo una sin firmar, la mía. Las otras dos ya están dedicadas. A la espera una de ellas de que se la entregue a su propietaria, más de año y medio tarde.
Mientras espero, sin poder salir de casa, estoy revisando Ficks. Curiosamente, lo que escribo ahora a sucede en paralelo con lo que cuenta ese libro que, tras semanas de retrasos, no llega.
Furgoneta en la calle... otra falsa alarma. Nadie se ha acostumbrado a la rotonda de al lado (aunque hace años que está ahí) y, como todos los días, han estado a punto de sacudirse dos. No es raro que pase. Por suerte nada demasiado grave.
Pues sí, Ficks transcurre en paralelo con los dos primeros libros de Urnas de Jade y, después de muchos atascos, ya tengo claro cómo termina y más o menos lo que va a ocupar. Las cosas que no encajaban vuelven a ponerse en su sitio y tienen sentido. Al menos para mí. De momento no está desagradando a quienes han leído los dos primeros tercios. Al final, lo que iba a ser un relato se ha convertido en un tocho que va a ocupar en torno a las 500 páginas. Puede que alguna más. Todavía estoy pensándome si hacer un plano de Puerto Agreste para ilustrarla. Difícil lo veo. Una ciudad demasiado caótica.
Bueno, acaba de llegar Merce del gimnasio. En cuanto se duche ella, me ducharé también. Así habrá alguien que abra la puerta. Si es que llaman. Primera hora, dicen. Las 10 de la mañana no es primera hora. Me he levantado a las ocho menos cinco.
10:18. Eso he puesto en el albarán. Ya están aquí. Con un par de erratas de más, pero ya están.
Raúl tenía razón. La portada es todavía más bonita impresa.
Voy a pegarme la ducha prometida y a llevar una copia a la feria del libro. Ahora, a ver qué pasa con la distribución...